Una parte de mi piensa que esto es una forma deshonesta de ganar dinero. Es como venderle un dulce de cinco centavos por un dólar a un niño de cinco años. Yo no consideraría honorable hacer algo así.
Eso no quiere decir que me sorprenda. En realidad, lo esperaba. No tan temprano, dado lo crudo del juego, pero si en algún momento.
Y es que la idea no es nueva. Es hasta cierto punto un desarrollo natural de los juegos multi-jugador. Especialmente uno en el que la gente se gasta los miles largos en dibujitos sin ninguna garantía contractual.
Gente así como yo, quiero decir.
La primera vez que escuché este concepto fue en la novela "Snow Crash", del autor Neal Stephenson. El protagonista es un programador entre trabajos, semi-empleado como repartidor de Pizza en la vida real. En el universo virtual es un reconocido hacker-espadachín que es una potencia mayor simplemente por haber entrado temprano al "Metaverso". En la vida real vive en un contenedor rentado. En el metaverso tiene una mansión impresionante que compró muy barata cuando todavía los bienes raíces virtuales no eran populares.
¿Suena familiar?
Pues el libro se escribió en 1992.
Star Citizen no es el primer juego en vender propiedad virtual o derechos por espacio. Otros juegos MMO lo han hecho indirectamente al atar la compra de casas para jugadores a la posibilidad de invertir dinero en algún tipo de moneda en el juego que se puede usar para comprarlas.
Mi primer MMO fue el adictivo Conquer Online, donde podías comprar bolas de dragón (Dragonballs) con dinero real para convertirlas en otras cosas en el juego. La diferencia es que CO era un juego terminado, donde podías tener tu propiedad o lo que fuese más o menos inmediatamente.
Chris Roberts te vende la idea de poder hacerlo algún día y la gente le tira el dinero por carretillas.
Supongo que a fin de cuentas el famoso Tío Chris es el verdadero poseedor de las bolas de Dragón.